26 de octubre de 2012

Qué buena la risoterapia

"No te preocupes por algo que no puedas controlar".

Antes me pasaba el día agobiada, desbordada, superada... Aún ahora me dan ligeros arrebatos de desazón. Pero enseguida se me pasa, porque me repito a mí misma que no vale la pena adelantar acontecimientos, preocuparse por algo que aún no ha pasado o que, sencillamente, escapa a mi control. Si no es algo que yo pueda hacer... ¿qué gano preocupándome? Mejor dedico mis aún limitadas fuerzas y ánimo a otros menesteres más productivos.

"Imposible", dirás. "Los problemas siguen ahí y no desaparecen". Es cierto, pero tampoco desaparecerán por mucho que les des mil vueltas sin poder solucionarlos, ¿verdad?
Por la misma razón, no me compensa hacerme mala sangre y pasarme el día desgañitándome contra el cab... de mi ex o la pertur... de su mujer... Bueno, sí, algún ligero desquite sí me permito... pero lo justo para dejar que se escape el mal pensamiento fuera de mi mente. No les voy a dar el gustazo de permitir que me sigan amargando la existencia, sobre todo ahora que me estoy empezando a librar de ellos. ¡Con lo que me ha costado!

La historia de Eziyi: Una chica solvente (II)


La invitó a pasar delante de él y dejó la puerta entornada, seguramente para que su inglés ya casi olvidado no se oyera mucho en el resto de la oficina. Lo había estudiado en el colegio y en el instituto, aunque donde aprendió de verdad lo poco que sabe y recuerda fue en Inglaterra, donde pasó un año trabajando de lo que pudo y de lo que supo en un campo de trabajo agrícola, un restaurante y sirviendo como conejillo de indias en grupos de estudiantes extranjeros para futuros profesores de inglés. Pero eso fue hace 20 años, desde entonces ni había vuelto a estudiar inglés ni lo había hablado.

Se sentaron a la mesa y le preguntó en inglés:

- ¿En qué puedo ayudarte? (esa fue fácil)

Ella le contestó que estaba buscando a su marido, que se llamaba Emmanuel Xxxxx y que le habían dicho que tenía cuenta en esa oficina. La entendió, entendió todo menos el nombre, así que le pidió que se lo repitiera y deletreara. Ella se lo mostró en un papel en el que lo llevaba escrito.
 

8 de octubre de 2012

La historia de Eziyi: Una chica solvente (I)

**Un relato de Luka

Mayo de 2005.

Eziyi, nigeriana, 23 años. Acaba de llegar a España. Ha tenido la posibilidad de estudiar en su país, habla inglés y lo usa para hacerse entender, aunque en España es muy difícil comunicarse en ese idioma con la gente de la calle. Es alta, mide 1,85, tiene unas piernas muy largas y un cuerpo estilizado; además es guapa, aunque quizá tenga los labios un poco grandes para el gusto occidental. No la boca, solo los labios. Pero es definitivamente guapa. Está embarazada y su estado ya empieza a manifestarse. Hay algo en su rostro que le impide transmitir toda su belleza. Está cansada, muy cansada. 5.000 kilómetros de camino son muchos kilómetros. Tiene la mirada perdida y, a pesar de haber llegado por fin a la pequeña ciudad de provincias que ella buscaba, está triste. Quiere buscar cualquier rincón para pararse a llorar pensando si todo ese camino y el precio que ha tenido que pagar ha merecido la pena.

3 de octubre de 2012

Historias de personas

Cuando una persona sufre, cuando está deprimida, cualquier pequeña cosa le parece un mundo. El más mínimo objetivo se antoja inalcanzable y cualquier esfuerzo nimio, un desafio irrealizable. Tiende a pensar que tiene el mundo en contra, que nadie le ayuda, que es incapaz de hacer nada e incluso se siente culpable. Probablemente tenderá a aislarse del mundo que la rodea, querrá desaparecer de él; o por el contrario la dominará el victimismo y esa será su manera de reclamar ayuda. Magnificará su problema hasta encontrarlo insuperable o lo minimizará o lo desterrará de su memoria para poder seguir viviendo con resignación y sentimiento de culpa.

Eso no es vida.