"No te preocupes por algo que no puedas controlar".
Antes me pasaba el día agobiada, desbordada, superada... Aún ahora me dan ligeros arrebatos de desazón. Pero enseguida se me pasa, porque me repito a mí misma que no vale la pena adelantar acontecimientos, preocuparse por algo que aún no ha pasado o que, sencillamente, escapa a mi control. Si no es algo que yo pueda hacer... ¿qué gano preocupándome? Mejor dedico mis aún limitadas fuerzas y ánimo a otros menesteres más productivos.
"Imposible", dirás. "Los problemas siguen ahí y no desaparecen". Es cierto, pero tampoco desaparecerán por mucho que les des mil vueltas sin poder solucionarlos, ¿verdad?
Por la misma razón, no me compensa hacerme mala sangre y pasarme el día desgañitándome contra el cab... de mi ex o la pertur... de su mujer... Bueno, sí, algún ligero desquite sí me permito... pero lo justo para dejar que se escape el mal pensamiento fuera de mi mente. No les voy a dar el gustazo de permitir que me sigan amargando la existencia, sobre todo ahora que me estoy empezando a librar de ellos. ¡Con lo que me ha costado!
Mi abuela siempre decía que "no hay mayor desprecio que no hacer aprecio". Y si por un casual me llega alguna onda sobre ellos, como hace unos meses, cuando me enteré de que incluso antes de que saliera la sentencia, se casaría al día siguiente, lo único que pude hacer es reírme a carcajadas hasta que casi se me saltaron las lágrimas. Es lo que tienen los berrinches infantiles, que no sabes si compadecerte de las pobres criaturas o reírte. Yo opté por reírme.
Qué buena la risoterapia.
Lo descubrí el día que decidí apuntarme a una actividad de Ludicum para jugar a juegos de mesa. Ese día me hice fan del "Absolutas idioteces" y lo más importante: recuperé la risa y reviví las agujetas en la tripa de tanto que me pude reír.
Fue realmente terapéutica, la risa.
Eso me recordó que me esperaba un viaje largo con mis hijos y se me había estropeado el DVD portátil. Intenté pensar en algo que fuera suficientemente entretenido para todos y al mismo tiempo adecuado a su edad, y enseguida se me encendió la bombillita. Le pedí a un amigo que me descargara unas cuantas grabaciones de Les Luthiers y el éxito fue pasmoso. Eso sí: cuatrocientas veces seguidas escuchando "¿Por qué la gallinita dijo Eurekaaaaaa?" o la historia de "Yogurtu Ungue" son como para desquiciar a cualquiera. Pero solo oírles recitar la pieza de memoria y sus carcajadas ahogadas compensaron de sobra el dolor de cabeza.
Qué buena la risoterapia.
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Aunque lo que vale la pena es escuchar la grabación con la interpretación, copio aquí la letra de La gallina estaba clueca.
La gallina estaba clueca (Les Luthiers, Hacen muchas gracias de nada)
Marcos Mundstock:Ahora me voy a referir a un tema que
es motivo de muchas consultas por parte de las madres: Los padres… Eh… por parte
de las madres y los padres: Las preguntas de los chicos, señora... Sobre todo
aquellas preguntas que se refieren a temas un poco delicados, como por ejemplo
la consabida ¿cómo nacen los bebes? A los chicos hay que decirles sieeeeeeempre la
verdad. Por supuesto que en los términos que ellos puedan entender; entonces
usted le puede explicar, por ejemplo, de la siguiente manera, le puede decir,
por ejemplo: “Mirá, nene, como mamá y papá se quieren mucho, papá le regaló a
mamá una semillita que él tenía… Esa semillita germinó, creció, y después de
nueve meses se convirtió en un hermooooooso repollo donde te dejó la cigüeña que te
trajo de París”. A los chicos hay que decirles siempre la verdad; a los chicos
no hay que asustarlos con cocos, brujas, ogros… todos temibles personajes
imaginarios. Llegado el caso háblele de cosas más reales: el lobo, una araña,
una buena víbora… Parece mentira, parece mentira pero todavía hoy en día, hay
madres hoy en día, en pleno siglo dieci… veinte, que todavía le dicen a sus
hijos cosas como “Mirá nené: si no tomás toda la sopa voy a llamar al hombre de
la bolsa”. Señoooooora… ¿y si el hombre de la bolsa tampoco quiere tomar la sopa? A
los chicos hay que decirles siempre la verdad, hay que explicarles las cosas,
darles a entender los motivos, las razones… porque al fin y al cabo los niños,
aún los más pequeñitos, son seres pensantes, casi podríamos decir que son seres
humanos… Entonces usted tiene que explicarle las cosas con paciencia, con
cariño, por ejemplo típico caso: “Mira nené… ya son las doce de la noche, ¿no es
cierto?, es un poquito tarde, claro… Y hoy nos levantamos temprano, ¿te acordás
que nos levantamos temprano? Por supuesto… Y mañana nos tenemos que levantar
temprano otra vez, porque vos tenés que ir a la escuela, yo tengo que ir al
trabajo… ¿me entendés lo que te estoy explicando? Quiero decir, querido, que si
vos ahora no te dormís… yo te reviento”. A los chicos hay que decirles siempre
la verdad… Y ahora, para finalizar este programa, los dejo nuevamente en
compañía de “Los Honguitos”, que les van a enseñar la canción “La Gallina dijo
Eureka”.
Daniel Rabinovich:
La gallina estaba
clueca,
Puso un huevo y
dijo ¡Eureka!
Pupapúa
pupapuá
La gallina
cócoroco
La gallina dijo
¡Eureka!
Se quedó
tan sorprendida…
Ernesto Acher (niño): ¿Y por qué la
gallinita dijo Eureka?
…que olvidó hacer la…
Daniel
Rabinovich: ¿Qué?
Ernesto Acher: ¿Que por qué la gallinita dijo
Eureka? Sí, vos dijiste recien que la gallinita dijo Eureka, cocorocó, cocorocó.
Explicadme, ¿pol qué, pol qué dijo Eureka?
Daniel Rabinovich: La… la
gallinita dijo Eureka porque estaba muy contenta…
Ernesto Acher:
¿Sí?
Daniel Rabinovich: ¡Claro!
Ernesto Acher: ¿Estaba
contenta?
Daniel Rabinovich: ¡Muy contenta!
Ernesto Acher:
¿Muy contenta?
Daniel Rabinovich: Sí…
Ernesto Acher: ¡Estaba
chocha! Bueno, eh… ya está.
Daniel Rabinovich:
Se quedó tan
sorprendida
Que olvidó hacer la comida
Pupapúa pupapuá
La gallina
cócoroco
La gallina distraída
Y se…
Ernesto Acher:
¿Y por qué estaba muy contenta, eh? ¿Pol qué? ¿Pol qué?... ¡¡¿POL
QUÉ?!!
Daniel Rabinovich: La gallinita estaba muy contenta, querido,
porque iba a tener un hijito.
Ernesto Acher: Uh…
Daniel
Rabinovich: Y eso la hacía muy feliz
Ernesto Acher:
¿Sí?
Daniel Rabinovich: ¡Claro! Es tan hermoso poner un
hijo…
Ernesto Acher: ¿Qué?
Daniel Rabinovich: Tener un
huevo…
Ernesto Acher: ¿QUÉ?
Daniel Rabinovich: ¡Tener un
hijo!
Daniel Rabinovich:
Y se fue la muy coqueta
A
pasear en bicicleta
Pupapúa pupapuá
La gallina
cócoroco…
Ernesto Acher: Y por qué es tan hermoso tener un
hijo, eh?
Daniel Rabinovich: Porque los hijos son la alegría de la
vida, querido. Con sus risas, sus juegos… con sus preguntas… Cada hijo es como
una rosa que florece.
Ernesto Acher: Una rosa que
florece!
Daniel Rabinovich: Sí…
Ernesto Acher: Que
lindo!
Daniel Rabinovich: Sí… ¿Te gusta el cantito?
Ernesto
Acher: Sí…
Daniel Rabinovich: ¡Entonces
calláte!
Daniel Rabinovich:
Hizo pruebas la muy lista
Igualito que una artista
Pupapúa pupapuá…
Ernesto
Acher: Y por qué las rosas florecen, eh?
Daniel Rabinovich: Por
que son plantitas de la familia de las rosáceas, con estambres y pistilos bien
insertos en el tallo… y así como las rosas florecen las personas necesitan
realizarse.
Ernesto Acher: Bueno, ya está.
Daniel
Rabinovich: ¡Dejáme vivir!
Daniel Rabinovich:
Dando
saltos por la plaza
Se volvió para…
Ernesto Acher: ¿Y por
qué las personas necesitan realizarse?
Daniel Rabinovich: Porque
realizarse es trascender yendo más allá de los hechos hasta lograr cierto tipo
de equilibrio; cierto tipo de equilibrio como un árbol.
Ernesto Acher:
Sí, como un "arbol"
Daniel Rabinovich: Un árbol.
Ernesto
Acher: Sí, como un "arbol"
Daniel Rabinovich: ¡Sí, como un
"arbol"!
Ernesto Acher: Un árbol
Daniel Rabinovich: Como un
avioncito que vuela.
Ernesto Acher: Ahhhhhh, un avioncito que
“vola”…
Daniel Rabinovich: ¡Sí, “vola”! Como un barquito que
flota.
Ernesto Acher: Como un barquito que flota, está
bien.
Daniel Rabinovich:
Y para arreglar
la…
Ernesto Acher: ¿Y por qué el barquito flota?
Daniel
Rabinovich: ¡Porque todo cuerpo que se sumerge en un líquido experimenta un
empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del líquido desalojado!
¡Es el principio de Arquímedes!
Ernesto Acher: ¿Quién?
Daniel
Rabinovich: ¡Arquímedes, ese que cuando lo descubrió dijo
Eureka!
Ernesto Acher: Ja, ja, ja, ja, ja… Como la
gallinita…
Daniel Rabinovich: ¡Sí, como la gallinita, dijo
Eureka!
Ernesto Acher: ¿Y por qué la gallinita dijo
Eureka?
Daniel Rabinovich: No, nene, no. ¡Las gallinitas no
hablan!
Ernesto Acher: ¡Buahhhh!
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