26 de octubre de 2012

Qué buena la risoterapia

"No te preocupes por algo que no puedas controlar".

Antes me pasaba el día agobiada, desbordada, superada... Aún ahora me dan ligeros arrebatos de desazón. Pero enseguida se me pasa, porque me repito a mí misma que no vale la pena adelantar acontecimientos, preocuparse por algo que aún no ha pasado o que, sencillamente, escapa a mi control. Si no es algo que yo pueda hacer... ¿qué gano preocupándome? Mejor dedico mis aún limitadas fuerzas y ánimo a otros menesteres más productivos.

"Imposible", dirás. "Los problemas siguen ahí y no desaparecen". Es cierto, pero tampoco desaparecerán por mucho que les des mil vueltas sin poder solucionarlos, ¿verdad?
Por la misma razón, no me compensa hacerme mala sangre y pasarme el día desgañitándome contra el cab... de mi ex o la pertur... de su mujer... Bueno, sí, algún ligero desquite sí me permito... pero lo justo para dejar que se escape el mal pensamiento fuera de mi mente. No les voy a dar el gustazo de permitir que me sigan amargando la existencia, sobre todo ahora que me estoy empezando a librar de ellos. ¡Con lo que me ha costado!

Mi abuela siempre decía que "no hay mayor desprecio que no hacer aprecio". Y si por un casual me llega alguna onda sobre ellos, como hace unos meses, cuando me enteré de que incluso antes de que saliera la sentencia, se casaría al día siguiente, lo único que pude hacer es reírme a carcajadas hasta que casi se me saltaron las lágrimas. Es lo que tienen los berrinches infantiles, que no sabes si compadecerte de las pobres criaturas o reírte. Yo opté por reírme.

Qué buena la risoterapia.

Lo descubrí el día que decidí apuntarme a una actividad de Ludicum para jugar a juegos de mesa. Ese día me hice fan del "Absolutas idioteces" y lo más importante: recuperé la risa y reviví las agujetas en la tripa de tanto que me pude reír.

Fue realmente terapéutica, la risa.

Eso me recordó que me esperaba un viaje largo con mis hijos y se me había estropeado el DVD portátil. Intenté pensar en algo que fuera suficientemente entretenido para todos y al mismo tiempo adecuado a su edad, y enseguida se me encendió la bombillita. Le pedí a un amigo que me descargara unas cuantas grabaciones de Les Luthiers y el éxito fue pasmoso. Eso sí: cuatrocientas veces seguidas escuchando "¿Por qué la gallinita dijo Eurekaaaaaa?" o la historia de "Yogurtu Ungue" son como para desquiciar a cualquiera. Pero solo oírles recitar la pieza de memoria y sus carcajadas ahogadas compensaron de sobra el dolor de cabeza.

Qué buena la risoterapia.
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Aunque lo que vale la pena es escuchar la grabación con la interpretación, copio aquí la letra de La gallina estaba clueca.

La gallina estaba clueca (Les Luthiers, Hacen muchas gracias de nada)

Marcos Mundstock:Ahora me voy a referir a un tema que es motivo de muchas consultas por parte de las madres: Los padres… Eh… por parte de las madres y los padres: Las preguntas de los chicos, señora... Sobre todo aquellas preguntas que se refieren a temas un poco delicados, como por ejemplo la consabida ¿cómo nacen los bebes? A los chicos hay que decirles sieeeeeeempre la verdad. Por supuesto que en los términos que ellos puedan entender; entonces usted le puede explicar, por ejemplo, de la siguiente manera, le puede decir, por ejemplo: “Mirá, nene, como mamá y papá se quieren mucho, papá le regaló a mamá una semillita que él tenía… Esa semillita germinó, creció, y después de nueve meses se convirtió en un hermooooooso repollo donde te dejó la cigüeña que te trajo de París”. A los chicos hay que decirles siempre la verdad; a los chicos no hay que asustarlos con cocos, brujas, ogros… todos temibles personajes imaginarios. Llegado el caso háblele de cosas más reales: el lobo, una araña, una buena víbora… Parece mentira, parece mentira pero todavía hoy en día, hay madres hoy en día, en pleno siglo dieci… veinte, que todavía le dicen a sus hijos cosas como “Mirá nené: si no tomás toda la sopa voy a llamar al hombre de la bolsa”. Señoooooora… ¿y si el hombre de la bolsa tampoco quiere tomar la sopa? A los chicos hay que decirles siempre la verdad, hay que explicarles las cosas, darles a entender los motivos, las razones… porque al fin y al cabo los niños, aún los más pequeñitos, son seres pensantes, casi podríamos decir que son seres humanos… Entonces usted tiene que explicarle las cosas con paciencia, con cariño, por ejemplo típico caso: “Mira nené… ya son las doce de la noche, ¿no es cierto?, es un poquito tarde, claro… Y hoy nos levantamos temprano, ¿te acordás que nos levantamos temprano? Por supuesto… Y mañana nos tenemos que levantar temprano otra vez, porque vos tenés que ir a la escuela, yo tengo que ir al trabajo… ¿me entendés lo que te estoy explicando? Quiero decir, querido, que si vos ahora no te dormís… yo te reviento”. A los chicos hay que decirles siempre la verdad… Y ahora, para finalizar este programa, los dejo nuevamente en compañía de “Los Honguitos”, que les van a enseñar la canción “La Gallina dijo Eureka”.

Daniel Rabinovich:
La gallina estaba clueca,
Puso un huevo y dijo ¡Eureka!
Pupapúa pupapuá
La gallina cócoroco
La gallina dijo ¡Eureka!

Se quedó tan sorprendida…

Ernesto Acher (niño): ¿Y por qué la gallinita dijo Eureka?

…que olvidó hacer la…
Daniel Rabinovich: ¿Qué?
Ernesto Acher: ¿Que por qué la gallinita dijo Eureka? Sí, vos dijiste recien que la gallinita dijo Eureka, cocorocó, cocorocó. Explicadme, ¿pol qué, pol qué dijo Eureka?
Daniel Rabinovich: La… la gallinita dijo Eureka porque estaba muy contenta…
Ernesto Acher: ¿Sí?
Daniel Rabinovich: ¡Claro!
Ernesto Acher: ¿Estaba contenta?
Daniel Rabinovich: ¡Muy contenta!
Ernesto Acher: ¿Muy contenta?
Daniel Rabinovich: Sí…
Ernesto Acher: ¡Estaba chocha! Bueno, eh… ya está.

Daniel Rabinovich:
Se quedó tan sorprendida
Que olvidó hacer la comida
Pupapúa pupapuá
La gallina cócoroco
La gallina distraída

Y se…

Ernesto Acher: ¿Y por qué estaba muy contenta, eh? ¿Pol qué? ¿Pol qué?... ¡¡¿POL QUÉ?!!
Daniel Rabinovich: La gallinita estaba muy contenta, querido, porque iba a tener un hijito.
Ernesto Acher: Uh…
Daniel Rabinovich: Y eso la hacía muy feliz
Ernesto Acher: ¿Sí?
Daniel Rabinovich: ¡Claro! Es tan hermoso poner un hijo…
Ernesto Acher: ¿Qué?
Daniel Rabinovich: Tener un huevo…
Ernesto Acher: ¿QUÉ?
Daniel Rabinovich: ¡Tener un hijo!

Daniel Rabinovich:
Y se fue la muy coqueta
A pasear en bicicleta
Pupapúa pupapuá
La gallina cócoroco…

Ernesto Acher: Y por qué es tan hermoso tener un hijo, eh?
Daniel Rabinovich: Porque los hijos son la alegría de la vida, querido. Con sus risas, sus juegos… con sus preguntas… Cada hijo es como una rosa que florece.
Ernesto Acher: Una rosa que florece!
Daniel Rabinovich: Sí…
Ernesto Acher: Que lindo!
Daniel Rabinovich: Sí… ¿Te gusta el cantito?
Ernesto Acher: Sí…
Daniel Rabinovich: ¡Entonces calláte!

Daniel Rabinovich:
Hizo pruebas la muy lista
Igualito que una artista
Pupapúa pupapuá…

Ernesto Acher: Y por qué las rosas florecen, eh?
Daniel Rabinovich: Por que son plantitas de la familia de las rosáceas, con estambres y pistilos bien insertos en el tallo… y así como las rosas florecen las personas necesitan realizarse.
Ernesto Acher: Bueno, ya está.
Daniel Rabinovich: ¡Dejáme vivir!

Daniel Rabinovich:
Dando saltos por la plaza
Se volvió para…

Ernesto Acher: ¿Y por qué las personas necesitan realizarse?
Daniel Rabinovich: Porque realizarse es trascender yendo más allá de los hechos hasta lograr cierto tipo de equilibrio; cierto tipo de equilibrio como un árbol.
Ernesto Acher: Sí, como un "arbol"
Daniel Rabinovich: Un árbol.
Ernesto Acher: Sí, como un "arbol"
Daniel Rabinovich: ¡Sí, como un "arbol"!
Ernesto Acher: Un árbol
Daniel Rabinovich: Como un avioncito que vuela.
Ernesto Acher: Ahhhhhh, un avioncito que “vola”…
Daniel Rabinovich: ¡Sí, “vola”! Como un barquito que flota.
Ernesto Acher: Como un barquito que flota, está bien.

Daniel Rabinovich:
Y para arreglar la…

Ernesto Acher: ¿Y por qué el barquito flota?
Daniel Rabinovich: ¡Porque todo cuerpo que se sumerge en un líquido experimenta un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del líquido desalojado! ¡Es el principio de Arquímedes!
Ernesto Acher: ¿Quién?
Daniel Rabinovich: ¡Arquímedes, ese que cuando lo descubrió dijo Eureka!
Ernesto Acher: Ja, ja, ja, ja, ja… Como la gallinita…
Daniel Rabinovich: ¡Sí, como la gallinita, dijo Eureka!
Ernesto Acher: ¿Y por qué la gallinita dijo Eureka?
Daniel Rabinovich: No, nene, no. ¡Las gallinitas no hablan!
Ernesto Acher: ¡Buahhhh!

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