14 de diciembre de 2012

Doce del doce del doce (12/12/12)

Tic tac tic tac...
Miro el reloj. Las agujas señalan caprichosas algún número entre uno y doce.
Doce.
El péndulo marca el compás del paso del tiempo.

Tic tac tic tac...
En el abismo del doce, el ciclo del tiempo vuelve a empezar. Es un bucle inacabable.
Doce.
El semiciclo de nuestros días y nuestras rutinas.
Doce.
Tantas hojas arrancadas anuncian el ocaso en el calendario.

7 de diciembre de 2012

El ser de tu océano

Somos personas y somos sensibles.

Todos.

Siempre que he sido persona, he sido sensible de un modo exacerbado, visible y hasta exhibicionista. Intento domeñar esa sensibilidad para que no se convierta en susceptibilidad extrema. El problema es que no siempre he sido persona. Simplemente, la persona había desaparecido, anulada, sedada la conciencia por escudos de defensa masiva, anestesiada el alma para no sentir el dolor de su destrucción, despojada mi carne de valor intrínseco, aislada mi mente en su prisión diaria de desprecio y humillación privadas, reconvertida en actriz experta en papeles de cotidianidad y normalidad en público.

A mi regreso no reconocía el mundo que me rodeaba y no encontraba el sitio que me correspondía. Así que busqué. Y agazapado en un rincón seguro, encontré al ser que había sido y le obligué a adaptar su vista atrofiada a la nueva luz, vestí su desnudez de seguridad y serenidad, le doté de habla y de palabra como armas, de albedrío y libertad como herramientas. Le di una identidad. Le pedí responsabilidad y le ofrecí tiempo. Ese ser es el que ahora me ayuda a tirar de mi carro, a llevar mi carga con ánimo, a recuperar mi autoestima. Es del color azul del océano. Es profundo y en él guarda todos los secretos. Nada te impide bucear en él.

Busca activamente en tu océano a ese ser y ocúpate de él.
Necesita tu luz.
Nadie más que tú puede rescatarlo.
Nadie.